Ciempiés
1.» Había una vez una charca cuyos animales adoraban bailar a la blanca luz de la luna. Organizaban frecuentes saraos en los que siempre destacaba por su buen hacer un elegante ciempiés. Tal es así que venían animales de lejanas ciénagas a verle bailar. Pero había un animal envidioso que no soportaba más la popularidad de nuestro amigo y urdió un malévolo plan para destruirlo.
En la siguiente fiesta le hizo llegar una carta que decía así: » Querido rey de la charca, egregio bailarín, no puedo por menos que demostrarte mi admiración y, aunque nunca te llegaré a igualar, me gustaría conocer los entresijos de tus movimientos: ¿ levantas primero el pie 55 antes de saltar sobre el pié 24? ¿o empiezas moviendo el 44 para acabar situando el 93? Esperando tu respuesta, sinceramente EL SAPO. Ni que decir tiene que nuestro amigo jamás volvió a bailar» ( Trascripción libre de la fábula La maldición del Sapo, de Gustav Meyrink, citado por Juan Loeck en Arte: diccionario ilustrado pag 195)